Lo sé, soy un nostálgico, le dijo el Presidente a su
ministro de Infraestructuras camino de la inauguración. Hacía dos años que VOX arrasó
en las generales y ya había cumplido gran parte de sus promesas: suprimir las
autonomías, abandonar la Unión Europea, derogar algunas leyes intolerables y expulsar a miles de
inmigrantes, pero aquel acto le hacía una especial ilusión, era la conexión
definitiva. Bajó del coche cuando la banda comenzaba a interpretar el himno
nacional y tras el desfile de la Legión, el obispo bendijo aquel nuevo pantano.
Qué pena no tener allí su caballo, pensó mientras le vitoreaba una muchedumbre
enfervorecida.
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