Recuerdo aquel horrible día, cuando el cambio climático destrozó
el planeta. Fue un golpe brusco, inesperado y causó auténticos estragos, sobre
todo en los países ricos. De un día para otro, muchos lugares se volvieron
inhóspitos, se destruyeron infraestructuras, la crisis ahogó a la gente y las
guerras y la hambruna no tardaron en aparecer. Hoy en la playa veo otra patera cargada de
rostros demacrados y ojos llorosos. Siguen siendo gente desesperada, que lo
arriesga todo por un futuro incierto huyendo del infierno, pero ahora son
escandinavos llegando a las costas africanas. Como antes ocurría, solo quieren
vivir.
Finalista Concurso Microrrelatos Fundación Aquae 2018
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