El último día de vacaciones
apuré en la cama hasta que mi madre me llamó de malos modos y subió la persiana
hasta que el sol del mediodía me dio en toda la cara. Me puse de mala leche
imaginándome otro curso más en aquel instituto de mierda aguantando a aquellos
profesores que se creían muy enrollados cuando en realidad eran una panda de
hipócritas y falsos. Mi madre me preparó mi desayuno favorito e intentó
animarme:
-Venga chiquitín, que ya
mismo están ahí las Navidades.
Ya… pero ella no sabía lo
coñazo que era ser Director de un Instituto de la ESO.
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